El
término “adventus” está tomado del lenguaje civil para indicar la
llegada y visita de un personaje importante: es usada por los
cristianos para designar LA VENIDA DEL SEÑOR, considerada en su doble
aspecto:
La venida en la carne: ENCARNACIÓN.
La venida en la gloria al fin de los tiempos.
En el
lenguaje litúrgico, este término se usa como sinónimo de espera y
preparación. Una espera de la Navidad y una espera de la última venida
del Señor.
La
Iglesia nos invita todos los años a celebrar especialmente este tiempo
de preparación, porque a menudo caemos en una rutina de vivir, y lo
característico de la vida cristiana es que sea una “novedad”.
Queremos volver a mirar la vida con fe.
Queremos descubrir cómo Dios está viniendo.
Vamos a celebrar que la Gracia de Dios es lo nuevo que llega, lo más importante que tenemos.
Jesús viene. Él anuncia su llegada para muy pronto. Entramos en el tiempo del advenimiento. Es un camino de cuatro semanas:
Es:
Anunciar --> proclamar
Celebrar --> orar
Servir --> amar
Comunión --> intimidad – unidad
Los Momentos del Adviento
1er Domingo: Espera vigilante del Señor
La recomendación del Evangelio de este
domingo es estar en vela, no sabemos cuándo vendrá el dueño. Esta
venida hay que esperarla y desearla, hasta pedirla a gritos (salmo 79).
Si practicamos la justicia, si esperamos en El y nos acordamos de sus
caminos, El saldrá a nuestro encuentro.
2do Domingo: Preparen los caminos
Preparen los caminos del Señor, allanen los
senderos. Cada cristiano como miembro de la Iglesia por su conversión
es anunciador de la Buena Noticia del Señor. Si el Señor quiere la
conversión de todos nosotros, debemos esforzarnos por ser dignos
anunciadores de una tierra nueva.
8 de Diciembre: Inmaculada Concepción de la Virgen María
En la segunda semana del adviento marcado
por el “preparen los caminos”, esta celebración nos anima a descubrir
que el designio salvífico de Dios es siempre salir al encuentro del
hombre, y así lo vemos en María. Ella es un modelo acabado del
adviento, tiempo en que esperamos la salvación.
3er Domingo: Presencia de los tiempos mesiánicos: alegría
Juan Bautista dirige la atención a aquel que
está en medio de su pueblo pero no ha sido reconocido. A la presencia
del Mesías está unida la conversión para entrar en el reino ya
presente. La presencia de la salvación nos mueve a la espera pero con
un elemento capital y reconfortante: Dios nos ha llamado, es fiel y
cumplirá sus promesas.
4to Domingo: Anuncios de la venida del Mesías.
Ante el relato del anuncio a María
proclamada en el evangelio de este domingo, nuestra fe debe reaccionar
como reacciona María: aceptación en la fe de la voluntad de Dios. El
misterio escondido desde siglos es revelado ahora. El verdadero sí a
Dios muchas veces no consiste tanto en hacer muchas cosas como acoger,
aceptar, abrir el corazón, y dejar actuar al Espíritu de Dios en
nosotros.
Signos del Adviento
El cambio: aprovechar los cambios de interés que ofrecen los tiempos litúrgicos, y hacer que impregnen todo el ambiente.
El canto de entrada y los demás cantos: el de entrada es pieza clave, porque si está bien elegido puede crear un muy buen clima para la celebración.
La respuesta a la oración universal: nos ayudará a poder encarnar la realidad de un pueblo orante que anhela la salvación.
El ambiente de silencio, recogimiento y oración:
trabajarlo especialmente en estos domingos y durante la celebración,
después de la homilía o después de la comunión. Si se canta, buscar un
buen canto de meditación.
Tiempo de Navidad
Después de la
celebración anual del misterio pascual, nada tiene en mayor estima la
Iglesia que la celebración del Nacimiento del Señor, y de sus primeras
manifestaciones: esto tiene lugar en el tiempo de Navidad.
La encarnación es el misterio germinal de la resurrección. En la
indefensión y ternura del niño recién nacido, que es Dios mismo, se
revela la paradójica grandeza de quien no dudo en hacerse débil
criatura para compartir la suerte de la humanidad y liberarla desde su
propia condición de debilidad y pecado.
Navidad es ya el inicio de la redención, es la asunción por parte del
Verbo de la naturaleza humana, en la cual podrá consumar su pasión y se
hará eficaz y perpetua su resurrección según la carne.
La fiesta de la Navidad es fiesta del nacimiento de la Iglesia. Y este nacimiento trae a la Iglesia y por ella al mundo:
Paz, el que nace es Príncipe de la paz.
Alegría, es la Buena Noticia, la gran alegría que la Iglesia anuncia.
Gloria,
Dios es glorificado en los cielos, pero esta gloria significa y
realiza su presencia entre los hombres que ama, y de los que no se
separará jamás.
La Navidad es también la fiesta de la restauración del Universo, por el desorden que el pecado ha cometido.
Navidad es un admirable intercambio: Dios se ha hecho hombre para que el hombre alcance y sea de verdad hijo de Dios.
El tiempo de Navidad
El tiempo
de Navidad comienza con las primeras vísperas de la fiesta de Navidad
y termina con el domingo después de Epifanía, o después del 6 de Enero.
Varias fiestas se celebran en el tiempo posterior al día de Navidad:
Varias memorias de santos: San Esteban (26), San Juan Evangelista (27), los Santos Inocentes (28).
La fiesta de la Sagrada Familia,
que se celebra el domingo dentro de la octava de Navidad, asocia
explícitamente el misterio del nacimiento de Jesús a sus padres María y
José. Es ocasión de celebrarlos como modelo de la Iglesia, y sobre todo
de las familias.
La solemnidad de Santa María, Madre de Dios,
que se celebra el primero de enero, y pasa bastante desapercibida por
el cambio de año civil. En ella se recuerda la circuncisión e
imposición del nombre de Jesús y la maternidad de María.
La Epifanía
se celebra el 6 de Enero o bien el domingo entre el 2 y 8 de Enero. El
acontecimiento bíblico de la visita de los tres magos de Oriente
adquiere una dimensión universal como manifestación del recién nacido a
las naciones, y le da a la fiesta además un carácter ecuménico y
misionero.
El Bautismo del Señor
es la fiesta que cierra el tiempo de Navidad. Se celebra el domingo
posterior a la Epifanía. En esta fiesta, en la que se destaca el inicio
del ministerio mesiánico de Jesús, se completa y se enriquece el ciclo
navideño.
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