El
nacimiento de Jesús, y toda su vida, es una invitación para que
nosotros examinemos en estos días la actitud de nuestro corazón hacia
los bienes de la tierra. El Señor nace en una cueva, en una aldea
perdida. Ni siquiera tuvo una cuna, sino un pesebre. Pasó hambre (Mateo
4, 2), no tuvo dos pequeñas monedas para pagar el tributo del templo
(Mateo 17, 23-26), y Su muerte en la Cruz es la muestra del supremo
desprendimiento. El Señor quiso conocer la pobreza extrema ?falta de lo
necesario- especialmente en las horas más señaladas de su vida.
Feliz Navidad!!!! tu hermano en Cristo y Marìa
Cristhian
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