viernes, 26 de noviembre de 2010

LA MUSICA COMO INSTRUMENTO DE EVANGELIZACION

Por medio de la música religiosa y de la percepción auditiva podemos hacer lectura de la
religiosidad de un pueblo. Es decir, la música es fiel intérprete de los conocimientos, valores
culturales y espirituales encerrados en el hombre a través del tiempo y del espacio.


La música nos abre vastos y fructíferos campos para ensanchar nuestra cultura y nuestra
espiritualidad. Es así como la música religiosa comunica, no sólo la palabra de Dios cantada,
sino que contiene un espacio infinito de códigos que el oyente decodifica y resemantiza, en base a su experiencia personal y social.

Por la música podemos conocer a un pueblo, a una persona o a una nación, en toda su
dimensión humana. La música identifica al otro. Por medio de la música identificamos los
carismáticos, o los diversos grupos religiosos que existen.

Cualquier género musical y dentro de ellos el litúrgico no sólo se escucha, sino que contiene
otras formas relacionadas con el universo cultural del hombre. La música religiosa genera un
amplio y múltiple espectro de comunicación y de relación social.

Así, la música genera formas participativas al carácter alternativo y al ordenamiento de la
sociedad en su conjunto: modos de habla, mensajes de las canciones, lugares de encuentro,
vestuario, tipos de consumo, espacio de masas, concepciones estéticas, formas de calificar
y descalificar la realidad.

Por ejemplo la música constituye un referente importante de la cultura juvenil sin importar el
grupo o clase social. Y no sólo implica escuchar sino que se relaciona con la imagen del
joven, con su forma de relacionarse y de comunicarse. Hemos visto una proliferación de
grupos juveniles católicos que se identifican alrededor de los diferentes géneros musicales:
rap cristiano católico, rock crisiano, pop cristiano....donde la Iglesia ha encontrado nuevos
espacios de trabajo pastoral.

La sensibilización musical se ha perdido a causa de la velocidad y del ruido producido en el
siglo XX, y por el contrario la música religiosa católica se plantea como una forma de
silencio, de alto en el camino y de reflexión . Sus melodías y letras están dotados de sentido
para los fieles y para la Iglesia cristiana.

El hombre de antes y de hoy, ha utilizado la música en la religión como medio para
comunicarse con Dios. Se puede decir que la historia de la música es la historia de la
comunicación.

La música siempre ha acompañado el hombre, melodías y ritmos acompañan su vida
cotidiana y despiertan en él, una gama de sentimientos.

Nuestra época tiene la oportunidad de tecnologizar la imagen y el sonido. Hoy la música
religiosa consignada en todos los formatos – CD, vídeos, casetes -, tiene el poder de
reactivar los ojos y los oídos, hacia el interior y el exterior. Por medio de la música religiosa,
se puede redescubrir la dimensión audiovisual de la palabra de Dios.

Junto con la racionalidad, lo tangible, lo predecible, el hombre da respuesta a lo que no
puede explicar a través de la fe y una de esas manifestaciones de fe es la música religiosa.
La época moderna ha dejado sin lugar los sueños y las historias, pues lo que importa es
consumir. Consumir música comercial, que por lo general, es vacía, efímera y desechable.

La música religiosa, por el contrario, tiene el poder de contar historias bíblicas, el poder de
recordar los modelos de vida cristiana, de evocar los momentos vividos por Jesús, de
sublimar a Dios y de dejar un mensaje que llegue a movilizar masas de creyentes.

De ahí que la proyección de la música religiosa católica convierte en un elemento poderoso
de evangelización para todos los ministros que la trabajan. Con la música se puede llevar la
Buena Nueva a un número mayor de fieles cristianos y dar testimonio de fe como ministros
del canto religioso.

Olga Cecilia Bustamante
Medellin, Colombia (ocba@epm.net.co)

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