lunes, 29 de marzo de 2010

La mùsica y los jòvenes

La música es un instrumento dotado de un enorme poder de persuasión, capaz de influir muchos en las actitudes, los estados de ánimo, las emociones y los actos humanos. La posibilidad de transportar la música a cualquier parte y el uso de los auri­culares de alta fidelidad permite a los jóvenes a vivir continuamente con música.

Se ha calculado que entre los 12 y los 17 años los adolescentes escuchan esta música durante 10.500 horas, un tiempo solo ligera­mente inferior al transcurrido en el colegio. Al contrario que la televisión, – que a veces difunde programas culturales y está sujeta a cierto control por parte de los padres- , la música esta a disposición de los adolescentes sin interferencias y una canción puede oírse tantas veces como se quiera.

A medida que el adolescente adquiere independencia, puede encontrar en la música modelos alternativos respecto a los estilos de vida. Su identificación con un determinado estilo musical puede ser el signo de un cierto grado de rebelión contra la autoridad, o una vía de escape ante sus conflictos con los padres o también puede estimular sentimientos de distensión, relax y seguridad en situaciones y ambientes nuevos.

Los diversos tipos de música tienen aceptaciones variadas según la cultura y el sexo. La hay, que por su ritmo frenético y las contorsiones grotescas y agresivas de sus intérpretes, gusta especialmente a los chicos de raza blanca. De otro lado, las chicas suelen preferir un tipo de música más romántica y menos agre­siva. En las conversaciones entre adolescentes, un tema habitual es la música, en la que estar “puesto” en la materia supone un signo de prestigio. El pla­cer de compartir la misma música puede ser la base de nuevas amistades o grupos con ideales y gustos similares.

A veces, la elección musical del joven puede ser un signo de alienación. Por ejemplo, K. Roe sostiene que existe una relación entre rendimiento escolar y preferencias musicales. Según un estudio realizado entre chicos suecos de 11 a 15 años: los alumnos con buenas notas, comprendidos los perte­necientes a ambientes socioculturales desaventajados, prefieren un tipo de música más tradicional y se interesan menos por otros tipos, mientras que los que tienen un rendimiento escaso se identifican con música más agresiva y repetitiva, como antídoto contra los fracasos escolares.

Hay indicios, -aunque no estén confirmados siempre por las estadísticas-, de que los adolescentes que siguen la subcultura de alguno de estos estilos, corren mayor riesgo de ser toxicómanos o violentos.

Finalmente convendría que los médicos en general informaran a los padres sobre la potencial influencia negati­va de la música y de los vídeos musicales sobre la opción de estilo de vida de sus hijos, animándoles a dialogar con sus ellos acerca del significado de la música en su vida.

LeStEr tOp


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