La música nos revela las maravillosas capacidades de la mente humana para crear un significado. Y es que la música en sí no es nada, como expresó de forma gráfica el famoso intérprete de la armónica Larry Adler, al señalar que aún la más excelsa composición musical de Bach se reducía en su instrumento al acto de "soplar y chupar". O como nos recordara el gran director de orquesta británico Sir Thomas Beecham "la música en sí es mero sonido", son el intérprete y el oyente los que le dan significado con sus capacidades mentales y espirituales. La razón por la cual la mente humana interacciona de forma tan dramática con ciertas combinaciones de sonidos y logra con las mismas evocar todo un mundo de sensaciones, sentimientos y estados anímicos ha sido un misterio que la ciencia apenas está comenzando a explorar.
La música ha tenido siempre una poderosa y casi mágica influencia. La música despierta los más variados sentimientos y emociones. Pero la música, además de ejercer una poderosa influencia emotiva, también ejerce su influjo sobre los aspectos intelectuales de la personalidad. Ciertos tipos de música parecen competir con lo que se está haciendo y dificultan el proceso de aprendizaje. Por otro lado otros tipos de música funcionan en sentido contrario ayudando a aprender y a concentrarse mejor en ciertas tareas.
Investigaciones científicas avalan y explican que efectivamente existe música que puede ayudarnos a aprender mejor. También existe música que puede ayudarnos a combatir la depresión, a manejar el dolor, e incluso ayudarnos a fortalecer las defensas de nuestro cuerpo contra las enfermedades. Como dice Robert Ornstein, conocido psicólogo y autor de varios libros sobre la naturaleza y la evolución de la mente humana, "la música puede alterar de forma muy marcada nuestros estados de ánimo, nuestras emociones y aun nuestra fisiología".
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