En la música de Dios están los ángeles, que van en esta punta aguda de la lanza. Ellos penetran los corazones. No es la belleza del encadenamiento de los acordes, es el poder de Dios, son los propios ángeles que van abriendo el corazón de aquellos que la escuchan.
Después de que la punta de lanza entró, el resto entra. Hasta la lanza entera, como sucedió en el corazón de Jesús. La punta de la lanza entró y entera se clavó: abrió una brecha en el corazón de Jesús. Y esa brecha estará abierta eternamente. Por eso, la música no puede ser llevada de cualquier manera.
La música prepara el ambiente para la acción del Espíritu Santo, para poblar el lugar donde la música de Dios es cantada con la presencia de los ángeles. Cuando se canta la música de Dios, ¡los ángeles vienen, cantan, alaban!
En cuanto haya adoración y alabanza de hombres, habrá alabanza y adoración de los ángeles. Habrá un espíritu de alabanza y de adoración. Habrá poder de Dios sobre aquellas personas y ellas serán tocadas. El poder de Dios se manifiesta. “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor.” (Ef 5,19)
El Señor sabe muy bien el efecto que la música tiene sobre nosotros. Muchas veces, en el Antiguo y Nuevo Testamento, la orden de Dios es: “Cantad al Señor un canto nuevo”. (Sl 96,1)
Existe una “Canción Nueva”, una música nueva, que es del hombre nuevo, de la nueva criatura, del mundo nuevo. Es la música de Dios que hace nueva todas las cosas. Existe igualmente una “canción vieja”, la música del hombre viejo, de la vieja criatura. Si la “Canción Nueva” hace un gran bien, si construye en nosotros el hombre nuevo, la música vieja es siempre un estrago, es un elemento destruidor del hombre nuevo.
En la vida del hombre nuevo sólo hay lugar para una “canción nueva”. La música vieja, mundana, alienante, sensual y provocadora sólo puede ser desterrada. Para no guardar material exploviso, es necesario seleccionar los Cds, Dvds de este tipo de músicas.
Por causa de nuestra vida cristiana necesitamos tener la mente y los pensamientos de Cristo. Es imposible implantar la mente y los sentimientos de Cristo en un terreno lleno de barro de una música mundana.
Fuimos hechos para cantar la gloria de Dios. Necesitamos ensayar desde ahora. Tenemos poco tiempo. ¡El Maestro viene y no tardará!
¡Dios te bendiga!
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva