La belleza de este Evangelio comienza
diciendo que Jesús recorría todas las ciudades y poblados, enseñando en
las sinagogas, predicando el Evangelio y curando todo tipo de
enfermedad. Todo esto sucede después de que Jesús revelara que el
Espíritu Santo estaba en Él.
Aquel pueblo se admiraba y se llenaba de
fe por todo lo que Jesús hacía. El Evangelio continúa diciendo que
Jesús, viendo la multitud, se compadeció de ella. Mis hermanos, la
comparación que el evangelista San Mateo hace es muy fuerte. No estamos
acostumbrados, hoy en día, a escuchar sobre las ovejas, pero en la época
de Jesús era común, porque todo rebaño de ovejas tenía su pastor.
Las ovejas no tienen mucho sentido de
dirección, por eso se desvían fácilmente; si hay un pozo o un precipicio
caerían con facilidad. Por esta razón, necesitan de un pastor que las
cuide, este necesita ser un verdadero veterinario.
Jesús compara aquél pueblo como ovejas
que no tienen pastor. Lamentablemente, los fariseos y doctores de la ley
no cuidaban del pueblo, al contrario, lo oprimían cada vez más con el
exceso de leyes.
La palabra “compadecer” significa “sufrir junto a”, y Jesús sufrió junto a este pueblo que estaba en aquella situación. Jesús se dirige a sus discípulos y les dice: “La mies es grande, pero los trabajadores son pocos” (Mt 9,37).
“Mies” es un término muy lindo, algunas
veces se traduce como “cosecha”. Si tienes una plantación y cosechas en
el tiempo equivocado se pierde toda la plantación, ¡imagina todo el
perjuicio!
¿Qué quiso decir Jesús sobre mies?
Aquella mies estaba por perderse, porque
no había trabajadores para recoger la plantación. Todo lo que dice este
Evangelio está presente en nuestra época también. Porque, la mies es
grande, pero los trabajadores son pocos.
Nosotros tenemos una enorme plantación
de hermanos que están perdiéndose en la ignorancia, están en el lodo de
tantos vicios, pecados, violencias y Jesús no quiere perderlos,
¡necesitan ser salvados por nosotros!
Hoy se cumple exactamente un año de la
Dedicación del Santuario “Padre de la Misericordia”, estamos en el
tiempo de la misericordia. El Papa va a decretar en estos días el Año
Santo de la Misericordia, donde quiere inspirarnos y mostrarnos que
¡estamos en el tiempo de la misericordia!
¿Qué se nos da en el tiempo de la misericordia?
La misericordia de Dios. Por esta razón,
Jesús quiere mostrarnos, en este Evangelio, que nuestra mies es grande y
corre un gran riesgo de perderse. Él quiere que pidamos trabajadores
para nuestra cosecha.
¡Este trabajador de Jesús eres tú! Son
nuestros hijos que se están perdiendo y tú eres llamado por Dios para
salvar a estas personas y no dejar que se pierdan. Tal vez piensas que
estas personas son “cabezas duras” y que no te escuchan. Sin embargo,
vale la pena insistir, si no lo logras, reza sin cesar. ¡Maten tu
corazón en Dios pidiendo por ellas, suplicando!
Acerca a tus seres queridos de regreso a
Dios. Es la fe de un ansioso, de un necesitado, que este grito salga de
tu espíritu. Desea ser vehículo de salvación para los tuyos, ellos
necesitan y no pueden perderse.
¿Cuáles son las ovejas perdidas de tu casa?
Entre los tuyos, los que están cerca de
ti, existen muchas “ovejas negras”, pero estas no pueden perderse, es el
momento de que sean salvadas. Haz lo que Jesús mandó a hacer, manos a
la obra, no pierdas ni uno de los tuyos.
“Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen los demonios” (Mt 10,8).
El lema de nuestro Campamento es
“Celebrar las victorias, porque eterna es su Misericordia”. El Señor
quiere que celebremos muchas victorias, por que eterna es su
misericordia. ¡Recemos, hagamos lo que nos corresponde y el Señor
realizará la obra!
Monseñor Jonas Abib
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