Sal 145,7.8-9a.9bc-10
R/.Alaba, alma mía,
al Señor
Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
El blog de los musicos de Dios. Temas de interes, espiritualidad, musicas, tecnicas musicales, videos, Documentos de la iglesia, links, etc.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Salmo del Domingo 25 de setiembre- Marlene Duarte
Sal 145,7.8-9a.9bc-10
R/.Alaba, alma mía,
al Señor Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
al Señor Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Salmo del Domingo 25 de setiembre- Marlene Duarte
Sal 145,7.8-9a.9bc-10
R/.Alaba, alma mía,
al Señor Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
al Señor Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
jueves, 25 de febrero de 2016
viernes, 12 de febrero de 2016
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016
Francisco -
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2016
PARA LA CUARESMA 2016
“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino jubilar
1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizadaLas obras de misericordia en el camino jubilar
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.
3. Las obras de misericordia
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.
Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado.
Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29).
Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Assis
Francisco
miércoles, 6 de enero de 2016
Trabajadores del tiempo de la misericordia
La belleza de este Evangelio comienza
diciendo que Jesús recorría todas las ciudades y poblados, enseñando en
las sinagogas, predicando el Evangelio y curando todo tipo de
enfermedad. Todo esto sucede después de que Jesús revelara que el
Espíritu Santo estaba en Él.
Aquel pueblo se admiraba y se llenaba de
fe por todo lo que Jesús hacía. El Evangelio continúa diciendo que
Jesús, viendo la multitud, se compadeció de ella. Mis hermanos, la
comparación que el evangelista San Mateo hace es muy fuerte. No estamos
acostumbrados, hoy en día, a escuchar sobre las ovejas, pero en la época
de Jesús era común, porque todo rebaño de ovejas tenía su pastor.
Las ovejas no tienen mucho sentido de
dirección, por eso se desvían fácilmente; si hay un pozo o un precipicio
caerían con facilidad. Por esta razón, necesitan de un pastor que las
cuide, este necesita ser un verdadero veterinario.
Jesús compara aquél pueblo como ovejas
que no tienen pastor. Lamentablemente, los fariseos y doctores de la ley
no cuidaban del pueblo, al contrario, lo oprimían cada vez más con el
exceso de leyes.
La palabra “compadecer” significa “sufrir junto a”, y Jesús sufrió junto a este pueblo que estaba en aquella situación. Jesús se dirige a sus discípulos y les dice: “La mies es grande, pero los trabajadores son pocos” (Mt 9,37).
“Mies” es un término muy lindo, algunas
veces se traduce como “cosecha”. Si tienes una plantación y cosechas en
el tiempo equivocado se pierde toda la plantación, ¡imagina todo el
perjuicio!
¿Qué quiso decir Jesús sobre mies?
Aquella mies estaba por perderse, porque
no había trabajadores para recoger la plantación. Todo lo que dice este
Evangelio está presente en nuestra época también. Porque, la mies es
grande, pero los trabajadores son pocos.
Nosotros tenemos una enorme plantación
de hermanos que están perdiéndose en la ignorancia, están en el lodo de
tantos vicios, pecados, violencias y Jesús no quiere perderlos,
¡necesitan ser salvados por nosotros!
Hoy se cumple exactamente un año de la
Dedicación del Santuario “Padre de la Misericordia”, estamos en el
tiempo de la misericordia. El Papa va a decretar en estos días el Año
Santo de la Misericordia, donde quiere inspirarnos y mostrarnos que
¡estamos en el tiempo de la misericordia!
¿Qué se nos da en el tiempo de la misericordia?
La misericordia de Dios. Por esta razón,
Jesús quiere mostrarnos, en este Evangelio, que nuestra mies es grande y
corre un gran riesgo de perderse. Él quiere que pidamos trabajadores
para nuestra cosecha.
¡Este trabajador de Jesús eres tú! Son
nuestros hijos que se están perdiendo y tú eres llamado por Dios para
salvar a estas personas y no dejar que se pierdan. Tal vez piensas que
estas personas son “cabezas duras” y que no te escuchan. Sin embargo,
vale la pena insistir, si no lo logras, reza sin cesar. ¡Maten tu
corazón en Dios pidiendo por ellas, suplicando!
Acerca a tus seres queridos de regreso a
Dios. Es la fe de un ansioso, de un necesitado, que este grito salga de
tu espíritu. Desea ser vehículo de salvación para los tuyos, ellos
necesitan y no pueden perderse.
¿Cuáles son las ovejas perdidas de tu casa?
Entre los tuyos, los que están cerca de
ti, existen muchas “ovejas negras”, pero estas no pueden perderse, es el
momento de que sean salvadas. Haz lo que Jesús mandó a hacer, manos a
la obra, no pierdas ni uno de los tuyos.
“Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen los demonios” (Mt 10,8).
El lema de nuestro Campamento es
“Celebrar las victorias, porque eterna es su Misericordia”. El Señor
quiere que celebremos muchas victorias, por que eterna es su
misericordia. ¡Recemos, hagamos lo que nos corresponde y el Señor
realizará la obra!
Monseñor Jonas Abib
El Señor prefiere la Misericordia
El Señor superará tu culpa, El te
perdonará de nuevo. Serás lavado en la sangre de Jesús y saldrás de este
Hosanna como un hombre nuevo, como mujer nueva. Si hoy estás caído el
Señor te levantará y aunque estés en las tinieblas, hoy el Señor hará
brillar una luz en ti.
Mucha gente aún hoy, no sabe lo que es
pecado. Pecado es básicamente no confiar en Dios, es negar a Dios y
vivir por nuestra propia cuenta. El pecado causa mas daño al hombre que a
Dios, por eso, El no quiere que peques, porque El te ama mucho.
Si Dios no tuviese misericordia y no te
libera del pecado no importa lo que hagas, no podrás ser feliz, no
podrás ser una persona realizada. Cuando no buscamos a Dios nos volvemos
débiles y somos derrotados por las cosas más banales.
El enemigo y la tentación trabajan
diciendo que nosotros no nos levantaremos. La misión del demonio es no
permitir que te levantes, pero hoy Dios te va a colocar de pie y te dará
su perdón. Los momentos más tristes que pasaste fueron cuando dudaste
de que Dios estaba contigo, cuando no creíste en la vida.
Cuando una persona sufre del estomago,
ninguna comida le hace bien. Quien tiene el corazón sufriendo, nada en
la vida le sirve. Tal vez esa persona soy yo, o tú.
Todas las veces que abandonamos al
Señor, la tentación nos pone tristezas, heridas, nos va deprimiendo por
los motivos más tontos, nos engaña, nos hace pensar que podemos hacer el
mal para lograr la felicidad.
La persona se comienza a perder, a
malograrse, a creer en las propuestas fáciles que este mundo le
presenta. Comienza a vivir una vida indecente, inmoral, promueve eso
como si fuese un valor. El mundo volvió fácil vivir todo tipo de
desorden.
¿Ya viste alguna cosa en la vida que
realmente tenga valor y sea fácil? ¿Las cosas más preciosas que tienes
en la vida, fueron fáciles de conquistar? Si queremos que nuestras
familias estén bien, tenemos que luchar por ellas.
La persona se pierde cuando no reconoce
que Dios es la gran oportunidad que tiene, que Dios es misericordia,
perdón. Mi cura, mi fuerza, mi liberación depende de cuan abierto estoy a
acoger la misericordia de Dios que es Jesús. Nuestro futuro y felicidad
dependen de nuestro encuentro personal con Jesús.
Jesús te trajo aquí porque quiere usar
de misericordia contigo. Él viene a levantarte de tus caídas cuando te
estas sintiendo cansado, derrotado, por que Él es misericordia.
Dios ama al pecador y justamente porque
lo ama, Él no deja a la persona de la forma en la que está. Él es
misericordioso con nosotros aún cuando estamos errando. Quien necesita
de misericordia es quien pecó, quien se equivocó y no el que es
correcto. Dios va a derramar sobre ti un río de misericordia.
El Señor ya está usando misericordia
contigo, entonces ten misericordia con quien cometió algún error
contigo. Estoy seguro de que alguien, queriendo o no, te hirió. Pero
nosotros somos de Dios, y porque El nos perdona sin que lo merezcamos,
también debo ser misericordioso.
La señal de que una persona comenzó a
vencer es cuando ella para de lamentarse por sus caídas y da gloria a
Dios por haberse perdido, porque por eso, fue alcanzada por la gracia de
Dios. El Espíritu Santo entra en tu corazón e inmediatamente nace una
nueva persona.
Una persona solo es capaz de dar gracias
a Dios por sus errores cuando pasa sobre su vida la luz de la
misericordia. Presenta a Dios las heridas que estaban olvidadas dentro
de tu corazón. Si quieres, recibirás de Jesús una vida nueva.
Alguna vez te sentiste solo dentro de tu
propia casa, en tu propia familia? Tenemos que usar la misericordia, no
podemos vivir para condenar a los otros. Pon lo que está en tu corazón,
en las manos de Jesús, aunque sea odio, heridas, cosas mundanas, porque
el Señor vendrá a transformar esas desgracias en gracias. Jesús hace
brotar bien de donde nadie podía imaginar.
Tal vez en tu casa, eras aquella persona
a quien todo el mundo miraba y no daba ni un centavo pero Dios te quiso
a ti, y de donde nadie esperaba, Dios hará brotar un gran milagro.
Serás en tu vida el milagro que tu
familia está necesitando. No te puedes olvidar de que Dios te cogió de
la nada para transformarte. El solo puede transformar lo que le
ofrecemos. Muchas veces parece que nada cambia en nosotros, pues no
tenemos la valentía de entrarle a Dios nuestro lado oscuro, pecador en
las manos de Dios.
Deja que la gracia de Dios invada todas
las áreas de desgracia en tu vida. Deja que Jesús toque tu corazón
porque El ve tu vida y porque El te ama, El le da una orden al diablo
que no cante victoria porque El te va a levantar.
Cuando el enemigo te ve soñando siente
odio de ti, porque el tiene envidia de ti. Es una pena cuando la persona
pierde su capacidad de soñar y Dios ya no puede contar con ella. Con la
gracia de Dios vamos a hacer que el año 2016 sea un año mucho mejor.
Cuando pones tus sueños, tus aspiraciones en las manos de Dios, El
transforma tus sueños y aspiraciones en gracia.
La única cosa fácil que existe es que te
pierdas, que te caigas en el pozo pero hoy en este día, Jesús está
callando la boca del enemigo. El Señor te está rescatando, está diciendo
que vino para salvarte, para que tengas vida y vida en abundancia, para
recuperarte y darte una vida nueva, transformar todo lo que estás
viviendo hoy.
Marcio Mendes_Cancao Nova
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