El blog de los musicos de Dios. Temas de interes, espiritualidad, musicas, tecnicas musicales, videos, Documentos de la iglesia, links, etc.
jueves, 27 de diciembre de 2012
domingo, 16 de diciembre de 2012
Fotos del lanzamiento del cd de Ricardo Maidana "Dame siempre de ese Pan"
Guadalupana Music Py. te presenta algunos momentos del lanzamiento del cd de Ricardo Maidana "Dame siempre de ese pan"
domingo, 9 de diciembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
Santa Cecilia patrona de los musicos
Santa CeciliaVirgen, mártir de la Iglesia primitiva, patrona de los musicos
Fiesta: Noviembre 22
Del oficio de su fiesta: Cantad a Dios con maestría y con júbilo
Breve:
El culto de santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una
basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su
martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer
cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a
Cristo.
Durante
más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires de la
primitiva Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura en
el canon de la misa. Las "actas" de la santa afirman que pertenecía a
una familia patricia de Roma y que fue educada en el, cristianismo.
Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica propia de su
dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su
virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente, la
casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración
del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se
divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y
a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus
habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su
esposo: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del
Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se
enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el
ángel te amará como me ama a mí." Valeriano replicó: "Muéstramelo. Si
es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides." Cecilia le dijo:
"Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo
verás al ángel." Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano,
quien se hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la
Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano
que llevaba un documento en el que estaban escritas las siguientes
palabras: "Un solo Señor, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de
todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones." Urbano
preguntó a Valeriano: "¿Crees esto?" Valeriano respondió que sí y Urbano
le confirió el bautismo. Cuando Valeriano regresó a donde estaba
Cecilia, vio a un ángel de pie junto a ella. El ángel colocó sobre la
cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después llegó
Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron
una corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se
mostró incrédulo al principio y preguntó: " ¿Quién ha vuelto de más allá
de la tumba a hablarnos de esa otra vida?" Cecilia le habló largamente
de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas
maravillas.
Desde
entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas
obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los
mártires. Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a
interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de
loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le
respondería en forma más sensata. Valeriano replicó que tanto él como
su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico, Jesucristo, el Hijo de
Dios, quien les dictaba sus respuesta. En seguida comparó, con cierto
detenimiento, los gozos del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le
ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto
a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y
Valeriano replicaron juntos: "No, no sacrificaremos a los dioses sino al
único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio." El prefecto les
preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió:
"Ciertamente no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un
asesino, según lo confiesan vuestros propios escritores."
Valeriano
se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz
alta a los cristianos presentes: "¡Cristianos romanos, no permitáis que
mis sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced fieles al Dios
único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!" A
pesar de aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de
concederles un respiro para que reflexionasen; pero uno de sus
consejeros le dijo que emplearían el tiempo en distribuir sus posesiones
entre los pobres, con lo cual impedirían que el Estado las confiscase.
Así pues, fueron condenados a muerte. La ejecución se llevó a cabo en un
sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos
murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los
mártires, se declaró cristiano.
Cecilia
sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de la
fe. En vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a ofrecer
sacrificios. El Papa Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó ahí a
400 personas, entre las cuales se contaba a Gordiano, un patricio, quien
estableció en casa de Cecilia una iglesia que Urbano consagró más tarde
a la santa. Durante el juicio, el prefecto Almaquio discutió
detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le enfureció, pues
ésta se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios argumentos.
Finalmente, Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño de su casa.
Pero, por más que los guardias pusieron en el horno una cantidad mayor
de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir daño
alguno. Entonces, el prefecto envió a un soldado a decapitarla. El
verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello y la dejó tirada
en el suelo. Cecilia pasó tres días entre la vida y la muerte. En ese
tiempo los cristianos acudieron a visitarla en gran número. La santa
legó su casa a Urbano y le confió el cuidado de sus servidores. Fue
sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba de San Calixto.
Esta
historia tan conocida que los cristianos han repetido con cariño
durante muchos siglos, data aproximadamente de fines del siglo V, pero
desgraciadamente no podemos considerarla como verídica ni fundada en
documentos auténticos. Tenemos que reconocer que lo único que sabemos
con certeza sobre San Valeriano y San Tiburcio es que fueron realmente
martirizados, que fueron sepultados en el cementerio de Pretextato y que
su fiesta se celebraba el 14 de abril. La razón original del culto de
Santa Cecilia fue que estaba sepultada en un sitio de honor por haber
fundado una iglesia, el "titulus Caeciliae". Por lo demás, no sabemos
exactamente cuándo vivió, ya que los especialistas sitúan su martirio
entre el año 177 (de Rossi) y la mitad del siglo IV (Kellner).
E1
Papa San Pascual I (817-824) trasladó las presuntas reliquias de Santa
Cecilia, junto con las de los santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, a la
iglesia de Santa Cecilia in Transtévere. (Las reliquias de la santa
habían sido descubiertas, gracias a un sueño, no en el cementerio de
Calixto, sino en el cementerio de Pretextato). En 1599, el cardenal
Sfondrati restauró la iglesia en honor a la Santa en Transtévere y
volvió a enterrar las reliquias de los cuatro mártires. Según se dice,
el cuerpo de Santa Cecilia estaba incorrupto y entero, por más que el
Papa Pascual había separado la cabeza del cuerpo, ya que, entre los años
847 y 855, la cabeza de Santa Cecilia formaba parte de las reliquias de
los Cuatro Santos Coronados. Se cuenta que, en 1599, se permitió ver el
cuerpo de Santa Cecilia al escultor Maderna, quien esculpió una estatua
de tamaño natural, muy real y conmovedora. "No estaba de espaldas como
un cadáver en la tumba," dijo más tarde el artista, sino recostada del
lado derecho, como si estuviese en la cama, con las piernas un poco
encogidas, en la actitud de una persona que duerme." La estatua se halla
actualmente en la iglesia de Santa Cecilia, bajo el altar próximo al
sitio en el que se había sepultado nuevamente el cuerpo en un féretro de
plata. Sobre el pedestal de la estatua puso el escultor la siguiente
inscripción: "He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el
sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en
la postura en que la vi." De Rossi determinó el sitio en que la santa
había estado originalmente sepultada en el cementerio de Calixto, y se
colocó en el nicho una réplica de la estatua de Maderna.
Sin
embargo, el P. Delehaye y otros autores opinan que no existen pruebas
suficientes de que, en 1599, se haya encontrado entero el cuerpo de la
santa, en la forma en que lo esculpió Maderna. En efecto, Delehaye y Dom
Quentin subrayan las contradicciones que hay en los relatos del
descubrimiento, que nos dejaron Baronio y Bosio, contemporáneos de los
hechos. Por otra parte, en el período inmediatamente posterior a las
persecuciones no se hace mención de ninguna mártir romana llamada,
Cecilia. Su nombre no figura en los poemas de Dámaso y Prudencio, ni en
los escritos de Jerónimo y Ambrosio, ni en la "Depositio Martyrum"
(siglo IV). Finalmente, la iglesia que se llamó más tarde "titulus
Sanctae Caeciliae" se llamaba originalmente "títulus Caecilia", es
decir, fundada por una dama llamada Cecilia.
Santa
Cecilia es muy conocida en la actualidad por ser la patrona de los
músicos. Sus "actas" cuentan que, al día de su matrimonio, en tanto que
los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin de la
Edad Media, empezó a representarse a la santa tocando el órgano y
cantando.
Tomado del libro: Vida de los Santos de Butler, vol. IV.
fuente: http://www.corazones.org
martes, 30 de octubre de 2012
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